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El derecho consuetudinario rigió la vida de los habitantes de este territorio durante siglos.
Todavía se conservan algunas manifestaciones s con continuidad directa hasta nuestros días, como las "facerías" o la institución de la casa y sus formas de transmisión del patrimonio.
De importancia fundamental en el carácter trasfronterizo del bien Pirineos-Monte Perdido, es la existencia de las "facerías" o tratados entre valles de ambas vertientes, que ordenaban y regulaban el aprovechamiento conjunto de algunos pastos fronterizos.
El origen de estos pactos se remonta al siglo XIV.
De hecho, la facería que actualmente permite a los ganaderos del Valle de Broto aprovechar los pastos de la montaña de Usona (Valle de Barèges-Francia) data de 1390.
La institución de la "casa", llamada "ostau" al otro lado de la frontera, es otra muestra del derecho tradicional.
La casa era un microcosmos que aglutinaba a todos los miembros de la familia troncal, la vivienda, el patrimonio agrícola y ganadero, su historia, y cuya transmisión y perduración en el tiempo se aseguraba a través de la figura del heredero único.
Cada casa tenía un nombre concreto que identificaba a todos los miembros de la misma. Hoy en día, la utilización de este nombre sigue vigente, situándolo detrás del nombre propio del individuo.